El 30 de septiembre de 2021, el presidente López Obrador presentó al Congreso un proyecto de reforma constitucional reconfigurar el sector energético, incluyendo el retorno al control gubernamental de los reguladoresthla Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía), las empresas productivas del Estado (CFE y PEMEX), y el operador del sistema eléctrico (Centro Nacional de Control de Energía); que la CFE lidere la transición energética y la explotación de todos los minerales críticos para la transición energética, incluyendo el litio, que sería nacionalizado; y la eliminación de los certificados de energía limpia. Lo anterior fueth el apartado de Rescate del Sector Energético del Capítulo de Economía del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024.
Ciertamente, en cualquier democracia hay ciclos políticos que traen consigo oscilaciones en la política de acuerdoth la ideología del nuevo gobierno. Sin embargo, hay algunas áreas en las que las mejores prácticas internacionales informan y apoyan la elaboración de políticas para mejorar la prestación de servicios. En el caso del sector energético, una tendencia que surgió en América Latina y que se ha convertido en práctica habitual en todo el mundo son las subastas de electricidad limpia a largo plazo. El éxito de este instrumento radica en el hecho de que existe un mecanismo de transparencia por el que el consumidor revela al público su demanda de electricidad para un periodo determinado, y el precio máximo que está dispuesto a pagar por esa cantidad de energía limpia. Luego hay competencia, donde todos los proveedores interesados entran a ofrecer las mejores condiciones que su modelo de negocio permite, y el proceso asigna el contrato a la alternativath mejores resultados para el consumidor. Por lo tanto, el instrumento elegido hoy en día en todo el mundo para la expansión de la capacidad renovable es el uso de subastas a largo plazo. Desde 2010, según Bloomberg New Energy Finance ha habido más de mil subastas en todo el mundo, añadiendo 433GW, y los precios han caído un 85% en los últimos seis años, desde 194,5 dólares/MWh en Francia en 2014 hasta 27,7 dólares/MWh en Brasil en junio de este año. Por lo tanto, una alternativa para fortalecer la CFE es internacionalizar la entidad. La posibilidad de que la empresa tome parte como participante en subastas locales y globales, lo que le permitirá medir su práctica empresarial, sus capacidades técnicas y su talento frente a otros actores (nacionales, internacionales, públicos o privados), y conocer sus ventajas competitivas y sus áreas de mejora para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la empresa productiva del Estado al tiempo que proporciona la mejor prestación de servicios eléctricos.
Otra alternativa para mejorar la EFC es centrarse en la sostenibilidad. La empresa puede beneficiarse del refuerzo de su gobierno corporativo nombrando a un director no ejecutivo que dirija el consejo en esta dirección y publicando un informe anual de sostenibilidad que la encamine a mejorar sus prácticas corporativas favoreciendo las líneas de negocio que se ajusten a los requisitos establecidos internacionalmente. Hace unas semanas, durante la COP26, la comunidad internacional reafirmó el objetivo mundial de seguir esforzándose por limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Para lograr ese objetivo, los países deben acelerar sus esfuerzos de transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, ampliando el despliegue de energías limpias y reduciendo el uso del carbón para la generación de electricidad. Por lo tanto, la CFE tiene la oportunidad de ayudar a México a cumplir con sus compromisos internacionales y al mismo tiempo ser uno de los claros ganadores de la transición energética, dada la creciente demanda de energía limpia que se requeriría para cumplir con las metas de 2050.
Otra posibilidad para potenciar la CFE es que se asocieth otras empresas para abrir líneas de negocio estratégicas. Una de las tendencias crecientes en todos los sectores es la electrificación, que es coherenteth la necesidad de descarbonizar y una palanca de mercado para el sector eléctrico. Así, si la CFE cooperath otros actores de la industria (empresas de combustibles) en la producción de hidrógeno verde para abastecer las necesidades de sectores difíciles de abatir como la aviación, el cemento, el refinado, el transporte marítimo y el acero, se abrirá la posibilidad de captar una parte del potencial deth de este producto. En América Latina en 2019, según la Agencia Internacional de la Energía, los sectores industrial y de refinación de petróleo consumieron 4Mt de hidrógeno (5 por ciento de la demanda global), y se espera que la demanda de este producto en la región crezca 66 por ciento para 2030.
Por ello, si queremos impulsar nuestra empresa productiva estatal, y cumplir con nuestros compromisos ambientales, debemos impulsar una reforma que busque la internacionalización de la CFE, su sustentabilidad, y aumentar sus alianzas y diversificación.