
Las finanzas sostenibles, en su definición más simple, son un conjunto de reglamentos, códigos, proyectos de ley, taxonomías, estándares, normas y productos financieros destinados a acelerar y ampliar la transición de productos, servicios y actividades intensivos en carbono a otros más ecológicos. Durante muchos años, la falta de definición
verde
y
ecológico
productos desencadenaron prácticas de «lavado verde». Los reguladores, empujados por la sociedad y los gobiernos de todo el mundo, empezaron a promulgar normativas en forma de taxonomías verdes o sostenibles que sirven de marco para clasificar y comparar indicadores verdes, sociales y medioambientales para inversores y empresas. Los principales usuarios de las taxonomías verdes son bancos, inversores institucionales, promotores de proyectos y fondos de inversión. Y en la actualidad, más de 15 países (y el bloque de la UE) han publicado instrumentos de este tipo o están en proceso de hacerlo.
Aunque la aplicación y la recopilación de datos de estas taxonomías plantean dificultades, los países de América Latina y el Caribe podrían beneficiarse de ellas y aprovechar las oportunidades que ofrecen, entre otras cosas:
- Mejora de la solvencia;
- Ecologización del sistema financiero;
- Más oportunidades de inversión y acceso a los fondos internacionales para el clima;
- Catalizar las asociaciones público-privadas para desbloquear recursos.
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